sábado, 9 de agosto de 2014

Reflexiones (II)

En el asilo la mañana se ha quedado muerta,
y los caballos trotan hacia el horizonte más rápido para escapar.
Beso el espejo con labios tardíos,noto la carne más fría de lo normal.

A la postre noto sus figuras frente al sol,dibujando un bosque sombrío.

La melodía del colibrí

Recuerda colibrí,los arrozales,envueltos del viento,
manta pura,cobijando la meseta azul.
Tus ojos la tiñen verde según el día,color de hierba fresca,
aquella sobre la que nos acostamos para observar las nubes caer,
y como el cielo refleja las imágenes que tú quieres ver.

Cierro los ojos,escucho tu voz,la melodía del colibrí,
que me canta hacia el corazón despacio y con buena letra.
Entonces frunzo el ceño porque quiero prestarte atención,
aunque escuche lo mismo,pero para mí es de otra manera.

Como un día posada frente a los arrozales sin tu compañía.
Todo es de otra manera.
El viento se torna en asfixia,
el colibrí ni se pronuncia,no siento su aleteo,
el susurrar sobre las montañas que vuelve penoso cualquier sonido por muy rimbombante que fuera.

Ahí es cuando hay contacto,se electrifica,
se produce la unión con cuerdas de mis yemas con la tierra,
tamborileando tu vocecita,marcando el ritmo con alegría,
deleitando a la meseta y tiñéndola de azul o verde según prefieres,
espejo de tus maravillosos ojos.

Y me quedo en silencio,notando el valle con su sonreír,
tu voz cantar,mi frente fruncir con los ojos cerrados y el aleteo del colibrí.